martes, 13 de mayo de 2014

EL ARTE DE DAR LAS GRACIAS


Una niña de 5 años, que acababa de ser fotografiada en su colegio dándole besitos a un niño de su grado, le pedía muy avergonzada a su mamá que borre esas fotos de la Tablet, pero su madre, con ánimo de bromear y tratando de sacar ventaja de la situación, le dijo que solo las borraría si se comprometía a tender su cama todos los días, a no jugar nunca con la comida, a no pedir dulces cuando salgan a la calle y a tratar con cariño a su hermanito menor, si incumplía alguno de esos compromisos sus fotos saldrían publicadas por Facebook.

En ese momento, mientras la niña se llenaba de preocupación, pasó un ladrón por la puerta del colegio y al ver a la madre distraída con su pequeña, ágilmente le jaló la cartera donde se encontraba la Tablet y demás enseres. El malhechor se alejó velozmente pero no tuvo mucha suerte, pues al voltear la esquina se tropezó con la moto de un policía de tránsito que había parado para multar a un conductor, y quedó en el piso duramente rasmillado, al escuchar los gritos de las señoras, el policía lo aprendió, recuperando el botín robado. La madre de la niña se acercó presurosa a revisar su cartera dándose con la ingrata sorpresa que el golpe había roto su preciada Tablet.

En medio del susto, mucha gente se arremolinó observando cómo el policía esposaba al ladrón colocándolo de rodillas y con las manos en la nuca, de pronto, la niña se abrió paso entre todos, se acercó al enmarrocado, y ante los ojos incrédulos de su madre, le miró a los ojos, le dio un beso en la mejilla y lo abrazó tiernamente susurrando la palabra “gracias”.

Es muy común compartir un "gracias" por un "salud" después de haber estornudado, o cuando alguien pregunta "¿cómo te va?", respondemos "bien, gracias", estas palabras, como en otros ejemplos parecidos, las brindamos de forma automática, ya que es lógico que debemos responder según las normas de educación que nos han enseñado desde pequeños, pero muchas veces solemos obviar los momentos donde deberíamos expresar un profundo agradecimiento, momentos triviales o no pero que arrancarían una sonrisa a cualquiera si expresamos real gratitud por un servicio o favor recibido.

La gratitud es un valor, que como todos los valores, cada vez que la practicamos, nos hace mejores personas, por ende, debe ser parte de una actitud muy honesta y original, una práctica diaria y natural de nuestra personalidad. Decir gracias por educación es un buen hábito, pero agradecer verdaderamente, nos trae felicidad interna y nos brinda la posibilidad de ver la complacencia de la otra persona, quien estuvo orgulloso de ayudar; y si en una interacción de dos seres humanos, ambos salen con sentimientos positivos, entonces, en una sociedad como la nuestra, puede formarse una cadena de gratitud y convertir esa felicidad en un fenómeno viral.

Para llegar a ese punto, todo debe empezar por una decisión personal… agradecer no es fácil cuando tenemos problemas de autoestima e inseguridad de nosotros mismos, o cuando creemos que nos merecemos más de lo que la vida nos ha dado, o cuando basamos nuestra valía en estilos sociales y posesiones materiales, podríamos reflexionar al respecto e iniciar un cambio con el fin de encontrarnos con nuestros propios sentimientos.

Para agradecer, el primer paso es tomar conciencia que las demás personas, también son protagonistas de su vida, y que a pesar de ello,  ayudaron a que nosotros nos sintamos protagonistas de la nuestra.

Cuántas veces podemos decir que hemos protegido y guiado la vida de otro ser vivo sin condiciones ni descansos, solo aquellos que tienen la dicha de ser padres lo han vivido, entonces, lo menos que podemos hacer los hijos es agradecerles con una palabra sincera, diciendo lo que realmente sentimos por ellos, mirarlos a los ojos y darles un gran abrazo, eso es mucho más satisfactorio que únicamente pasarles una pensión o regalarles un lujo.

También podemos agradecer a aquellas personas que defendieron nuestras creencias y se jugaron su propio prestigio solo para vernos sonreír y salir triunfadores, aquellos que nos respaldaron con su presencia o los que nos dijeron simplemente “confío en ti” y nos hicieron sentir valiosos; pensemos por un segundo en esa o esas personas especiales y vayamos a expresarles nuestra gratitud siguiendo una regla simple: que sea mediante la palabra sincera… olvida las tarjetas, los vinos, las flores, el spa o el cine… solo exprésate y sácale una sonrisa con el arte de dar las Gracias.

“Decir Gracias sin mayor sentido, nos hace educados pero no nos hace humanos”.

Renzo José Velazco Rivera







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